El favor: la comedia incómoda que cuestiona los límites de la amistad masculina
Lo que no se dice entre amigos, pero se piensa todo el tiempo
A veces no hace falta que algo explote para que una vida cambie. Basta con una pregunta, una mirada esquiva o un silencio que se extiende demasiado. El favor, obra escrita por Susanna Garachana y dirigida por Joserra Zúñiga, es precisamente eso: una grieta íntima que se abre en medio de una reunión aparentemente casual. Lo que parece un reencuentro entre amigos de toda la vida, termina siendo una prueba emocional de largo aliento. Una comedia que desarma entre risas contenidas y verdades incómodas.
La obra parte de una situación improbable pero perfectamente creíble: un hombre en sus treintas, después de intentar sin éxito ser padre, le pide a uno de sus mejores amigos que done su esperma. La petición, puesta sobre la mesa como si fuera parte del menú, interrumpe lo cotidiano y detona algo más profundo. No se trata sólo de la paternidad, ni del deseo frustrado, sino de todo lo que los hombres evitan nombrar cuando están juntos: la vulnerabilidad, los límites, la competencia soterrada y las emociones que duelen más que cualquier broma.
La dirección de Zúñiga convierte ese comedor en un campo emocional donde todo está a punto de desbordarse. El montaje se mantiene contenido, sin grandilocuencias ni golpes bajos. La escenografía y la iluminación, a cargo de Juan José Tagle, logran que el espacio funcione como una extensión de lo que no se dice: un lugar cerrado donde cada gesto se vuelve amplificado, cada pausa se vuelve sospechosa.
El elenco —Álex Fernández, Harold Azuara, Hugo Catalán y Sergio Velasco— da vida a esta tensión con precisión y entrega. Cada uno encarna un tipo distinto de masculinidad contemporánea: el que evade, el que siente demasiado, el que racionaliza, el que no sabe qué hacer con su afecto. Juntos, componen un retrato crudo y honesto de la amistad masculina, con todas sus fallas, ternuras y contradicciones.
Más que una comedia, El favor es un espejo. Uno en el que muchos se verán reflejados sin querer, y que tal vez incomode justo por eso: porque habla de lo que fingimos que no nos importa. De las veces que dijimos “todo bien” cuando no lo estaba. De lo que no se olvida, aunque no se mencione.
En tiempos donde lo emocional se expone en redes pero se reprime en lo cotidiano, esta obra propone un espacio distinto. Uno donde se puede reír y doler al mismo tiempo, sin tener que elegir entre una u otra cosa.
Funciones
Del 11 de julio al 25 de agosto
Viernes 20:30 h | Domingos 18:00 h
Teatro Xola | Duración: 90 minutos
Boletos en taquilla y Ticketmaster
